MAESTRAS Y MAESTROS

 

Las maestras/os somos unas personas importantes en la vida de los niños y niñas, sin duda, pero no seríamos nada sin ellos. Ellos son nuestro motor, nuestro motivo y nuestro interés. Gracias a las familias que nos confían a sus hijos, nosotros podemos ser lo que somos, desarrollar nuestra vocación, dedicarnos a lo que realmente nos apasiona.

Tenemos la enorme suerte de estar rodeados de niños y niñas durante muchas horas al día todos los días de la semana. Niñas y niños que nos dan vida, que nos llenan de fuerza, que nos aportan su ilusión y su inocencia, que nos aprecian tanto… Niños y niñas que, a veces, también son motivo de cansancio y preocupación; que, a veces, también nos llevan al límite, que nos cuestionan y nos hacen sacar nuestras luces pero también, a veces, nuestras sombras…

Tenemos en nuestras manos cuestiones muy delicadas, porque sabemos lo mucho que las experiencias de la infancia determinan la vida, el sentir y el pensar del adulto (Rebeca Wild). No somos los únicos, por supuesto, y por suerte, que influimos en la niñez, pero sí tenemos un alto grado de responsabilidad en ese tramo de la vida en el que viven mucho tiempo en la escuela.

Sabemos que debemos ser “buenas” maestras y queremos serlo, pero no siempre estamos satisfechas con lo que hacemos, bien porque no acertamos con todos y cada uno de nuestros alumnos, bien porque el trabajo y papeleo administrativo nos roba tiempo, bien porque las dudas e incertidumbres no nos dan tregua…

Por ello, intentamos formarnos con expertos reconocidos y reflexionar continuamente sobre nuestra práctica contrastándola con las teorías e investigaciones actuales.

 

Porque para esta escuela que queremos no sirve un maestro, es decir, no sirve una persona que sepa mil veces más que los niños. Se precisa una persona que viva los problemas de su época, que sepa reflexionar y tomar posiciones, una persona en cuyos actos se vea lo que sabe y en lo que cree, una persona culta, y culto puede ser cualquiera, independientemente de sus títulos universitarios. Además se necesita una importante preparación profesional que tiene que procurársela cada cual por sí solo y trabajando en grupo con los demás maestros, reflexionando y estudiando. («La escuela como investigación». Francesco Tonucci.)

 

Y, sobre todo, intentamos escuchar atentamente a los niños y niñas, con todos los sentidos, para conocerlos mejor y así poder entenderlos en sus singularidades y acompañarlos en su camino, partiendo de sus experiencias, de sus conocimientos, de sus inclinaciones y entusiasmos.

Podremos trabajar juntos en la medida en que nosotros y nuestros alumnos nos conozcamos recíprocamente. Y la única manera de conocer al niño es dejarlo libre, dejar que haga sus experiencias con plena confianza en él, dejar que se exprese creativamente.

 

“Un buen maestro es el que escucha a los niños porque sabe que no están vacíos, sino que son ricos de una experiencia que él no conoce. Un buen maestro debería pedir a sus alumnos que le mostraran lo que llevan en los bolsillos, de esta forma la escuela se abriría a la vida, recibiendo a los niños con sus conocimientos y trabajando alrededor de ellos. Cada acción educativa tiene que empezar con una escucha, para recibir a los alumnos con lo que conocen y lo que saben hacer.” (F. Tonucci)

 

 

 

… LAS MAESTRAS Y LOS MAESTROS EN LA ESCUELA

 

Es para nosotros un enorme privilegio formar parte de la vida de las niñas y niños que vienen a nuestra escuela y tratamos de que ellos también sientan lo mismo: que su escuela “es la mejor a la que podrían haber venido, que es la escuela de los sueños” (Lautaro).

Queremos acogerlos, cuidarlos, mimarlos, atenderlos…;

Queremos preservar sus momentos íntimos de creación, observación, juego…;

Queremos que se vayan haciendo independientes, autónomos, críticos;

Queremos que estén tranquilos, confiados, seguros;

Queremos tener paciencia y dejarles el tiempo suficiente, el que necesitan ellos y el que necesita la actividad, la situación, la tarea (1), sin adelantarnos, sin apremiarlos;

Tratamos de reconocer el ritmo de aprendizaje de cada niño y respetarlo, estimularlo y potenciarlo.

Queremos que se emocionen, que rían o que lloren, que se enfaden y se reconcilien;

Queremos emocionarnos y disfrutar con ellos;

Queremos charlar con ellos y sorprendernos con sus razonamientos, sus ideas particulares, su visión del mundo… sin juzgarlos ni compararlos;

Queremos acompañarlos en su camino, respetando sus gustos, sus inclinaciones, confiando en ellos;

Queremos hacer una labor de asistencia respetuosa, auténtica: promover el trabajo, tutelarlo y orientarlo, sin trampear, sin fingir no enterarnos de nada o que todo lo conocemos… Porque nosotros no lo sabemos todo y es necesario investigar juntos, pero sabemos la manera de enfrentarnos a un problema, sabemos cómo se recogen los datos, cómo pueden analizarse… (2)

Queremos ser modelos de sujetos alfabetizados, traer el mundo a la escuela, ofrecer visiones y modelos de gente especializada, creativa, sabia, para que las niñas y los niños puedan ir creando su propia opinión, atisbando caminos y alternativas diferentes y desarrollando su espíritu crítico.

¡Queremos estar a su favor!

Por eso hacemos unas cosas y no hacemos otras; por eso damos prioridad y tiempo a ciertas actividades y no a otras; por eso debemos manejar estrategias didácticas variadas, apropiadas, creativas y efectivas, además de otros materiales y recursos diversos; por eso empleamos energía y recursos en unas prácticas y en otras no…

Esto exige coordinación y consenso, y no perder el norte, no desviarnos de nuestro camino y de nuestros objetivos indiscutibles, como son el respeto y el bienestar de todos los alumnos, aunque siempre tengamos que actuar con flexibilidad y amoldarnos constantemente a los cambios que un organismo vivo como es la escuela nos demanda.

Para conseguir esta coordinación y llegar a los acuerdos necesarios, consideramos que seguir formándonos continuamente es imprescindible, así que nos valemos de diversas estrategias y recursos, tales como:

  • La lectura personal de libros, artículos…
  • El visionado de conferencias, entrevistas, documentales…
  • El análisis compartido de esas lecturas, documentos, vídeos… contrastándolos con nuestra práctica diaria para mejorar nuestras actuaciones, nuestras propuestas, nuestras intervenciones, etc.
  • La asistencia a cursos, seminarios, congresos… y su posterior difusión entre nosotros.
  • El análisis de nuestras prácticas diarias mediante vídeo-grabaciones, audios, fotografías… propias y la observación constante.
  • Las conversaciones formales e informales diarias entre nosotras, en los recreos, en las comidas, al final de la jornada lectiva…

 

Y para no perder el norte y ser coherentes con nuestros planteamientos filosóficos-pedagógicos-didácticos en nuestra relación constante con los alumnos, en las observaciones y valoraciones que hacemos de ellos, utilizamos otros recursos, que recogemos en el Drive compartido, como por ejemplo:

  • El diario de los talleres donde diariamente registramos lo sucedido en cada taller y lo que nos parece reseñable de los niños que han asistido a él.
  • Las reuniones de evaluación en las que hablamos de cada niña o niño en particular y de las que dejamos registro escrito de las diferentes miradas y observaciones que compartimos.
  • Los informes escritos para las familias y un registro escrito de lo que esos padres o madres comentan al respecto cuando nos entrevistamos con ellos.
  • Las competencias y subcompetencias, el currículum, los decretos, el proyecto educativo, el plan anual, etc.

También compartimos la responsabilidad de acoger, atender e integrar en nuestro proyecto a las maestras y maestros nuevos que llegan a ocupar una sustitución, así como también a las alumnas y alumnos de Magisterio que vienen a realizar su periodo de prácticas a nuestra escuela.

Para todos ellos hemos creado unos documentos resumidos que pueden consultar y posteriormente comentar con nosotros, con la intención de que se sitúen lo antes posible en la realidad de nuestra escuela y nuestro proyecto pedagógico: la carpeta de documentos imprescindibles y los decálogos de los talleres.

 

(1) «Elogio de la educación lenta». Joan Domènech

(2) «La escuela como investigación». Francesco Tonucci

Abaltzisketa

Zizurkil