VIDA
Los niños y las niñas VIVEN. Eso tan simple y tan complejo a la vez.
Viven en sus familias, en su pueblo, en su comunidad, en su país…; en sus pensamientos, en sus emociones, en sus afectos, en sus ideas, en su mundo…
La vida para ellos no estaría fragmentada si los adultos no se la organizáramos en actividades, horarios, sesiones, obligaciones… Y el tiempo sería un contínuum en el que estarían jugando, entusiasmándose, dedicándose a sus inclinaciones naturales (1) ininterrumpidamente. Y, por supuesto, no cabría la posibilidad de no crecer, de no avanzar, de no aprender.
Se relacionarían con el mundo, con las personas, los animales, la naturaleza…; con los ciclos vitales de la vida y la muerte, con la realidad y la fantasía, con los deseos y las frustraciones, con las dudas y las certezas…; se harían preguntas importantes, filosóficas, e indagarían en las posibles respuestas de manera libre, creativa… construyendo hipótesis cada vez más pertinentes, más científicas.
Tantas y tantas experiencias vivirían, de tantos y tantos lenguajes se valdrían si los adultos no se los robáramos (2)… ; si los adultos los acogiéramos, los aguardáramos, los acompañáramos en ese camino irrepetible que tiene que recorrer cada uno…; si respetáramos a cada uno como es, en su singularidad, sin comparaciones, sin juicios, sin prejuicios…; si los amáramos sin condiciones y sin prisa; si confiáramos y creyéramos en ellos con ilusión, con la certeza de que pueden y saben cómo vivir SU vida, siendo a la vez individuos únicos y seres sociales…; si les dejáramos VIVIR…
(1) André Stern
(2) Loris Malaguzzi
LA VIDA EN LA ESCUELA
Los niños y las niñas VIVEN EN LA ESCUELA … Eso tan simple y tan complejo a la vez.
En nuestra escuela queremos acompañarlos en su camino, respetando sus ritmos diferentes, sin compararlos con nadie, queriéndolos como son y procurándoles un entorno seguro en el que puedan ser ellos mismos, sin miedo a ser juzgados y clasificados en categorías excluyentes.
Queremos que las horas de escuela sean para ellos, si no las mejores del día, sí deseadas y agradables; que venir todos los días a la escuela sea un placer, una aventura y una oportunidad.
Queremos ofrecerles un ambiente alegre, emocionante, donde sean escuchados, respetados, valorados; donde puedan reír a gusto cuando están contentos y llorar cuando están tristes; donde nada sea ridículo y puedan atreverse y equivocarse.
Queremos que en la escuela lo pasen bien, que sean felices, que sean lo que son.
Queremos que puedan dedicarse a lo que deseen o necesiten, solos o acompañados; que vayan desarrollando sus gustos, sus habilidades, con esfuerzo pero sin estrés, con determinación pero sin angustia.
Queremos que disfruten de las relaciones con los demás, que no tengan por qué envidiar a nadie, que se valoren a ellos y a sus compañeros, que se alegren de los logros personales y de los ajenos; que sean amables, educados y respetuosos con todos, pero especialmente con los más pequeños, siendo conscientes de que son para ellos un modelo a seguir.
Queremos que disfruten de la naturaleza, que vivan los elementos naturales con todos los sentidos: que huelan las flores y la tierra mojada, que escuchen los trinos de los pájaros y el balar de las ovejas, que se mojen, que se les enfríen las manos y la nariz, que se revuelquen en la hierba, que casi les tire el viento, que se ensucien, que les piquen las ortigas…
Queremos que la escuela les ofrezca el tiempo, el espacio, las condiciones y la oportunidad de realizar “investigaciones irrepetibles, ésas que existen cuando nos hallamos frente a un problema cuya solución nos es necesaria y el método de la investigación impone el que se resuelva el problema utilizando los conocimientos anteriores de forma nueva, creativa.” (F. Tonucci)
Y que todos los días, cuando acaba la jornada, se vayan con ganas de volver al día siguiente.
Abaltzisketa
Zizurkil